Los patines

He perdido la memoria, la ruta. Estoy en algo que parece una iglesia. Sigo una niña con patines. Yo me pongo en patines y hago esa ruta entre bancos y la entrada.

Hay un jardín interno. Quizás no es una iglesia. La gente me mira mientras ando. Parece que la gente me conozca. Sonrisas cómplices. He hecho un descubrimiento que me sorprende. Si la vida se me presenta como una elección entre A o B y todo esta preparado, esta claro que la vida se encuentra en no escoger nunca A o B.

Entonces cual es el camino. Se lo cuento a mis padres. Me están visitando. Me preguntan por mi trabajo limpiando cubiertos. Les digo que al jefe no le gusta que me escaqueé del trabajo y me masturbe bajo el delantal y que encima sea en publico.

Ellos se ríen y lo entienden. Mas uno que otro. El siempre ha sido mas madre que otro.

Los conozco pero no se sus nombres.

Creo que no trabajo. Es algún tipo de terapia ocupacional… de juegos de cubiertos. Todos son iguales con el mango blanco. Ellos dicen algo de que el gobierno no quiere pagar esos trabajos.

Soy lo suficiente listo. Algo me pasa. Perdí a alguien. Alguien femenino. La niña que sigo tiene la clave. Va con una especie de ratón imaginario de orejas largas. No les veo la cara ni a ella ni al raton. Van delante, ella siempre avanza por delante y a mi izquierda. Nunca les veo la cara.

Si encuentro el camino correcto. Si no elijo ni A ni B, la encontraré. La quiero. Eso lo sé.

No sé si está muerta o está en la sala y me visita. No recuerdo nada.

Debo centrarme en la lógica. Ando por lo que parece la entrada de una iglesia. Voy medio mezclado entre la gente. La chica del ratón va delante, a la izquierda, y su ratón de orejas grandes y caídas, que anda a dos patas. Luego sigo a la niña de los patines giro a la derecha entre los bancos de madera. Hay jóvenes sentados.

Soy yo el que lleva los patines.

Me dirijo a lo que parece un jardín, o un claustro. Dejo la gente que esta mirando hacia el altar. Creo que el altar es una tele. Pero yo veo curas y gente que atiende un sermón. Algo me sugiere que en vez de eso es una tele.

Estoy en el claustro, jardín… La luz es más cálida. Parece que esta al aire libre o dentro de una bóveda de cristal. De esas de cristales gigantes estilo palacio francés. Pero la luz no es azul, es de un amarillo marrón, un ocre, tengo problemas con los colores. Pero es una luz agradable. Me gusta estar allí. Conozco el sitio. Paseo y doy vueltas evito tomar decisiones de A o B. La verdad esta en medio. Las respuestas de A o B me las ponen delante y esas no son las que me dirán donde esta ella.

Creo que el jardín es mi habitación con ventanas. Hay flores. Gente de blanco fuera.

Creo que estoy en el manicomio.

Creo que estoy loco.

Soy inteligente, la solución esta entre A o B.

Ella existe. Esta viva.

Creo que no me visita.

Quizás esta muerta, quizás eso me volvió loco.

La respuesta la tiene la chica del ratón. Si hablo con ella quizás entiendo algo.

Creo que estoy loco.

 

Mi opinión sobre el sueño:

Vaya por delante que quien ha escrito este relato ha sido mi inconsciente, ya que en la profunda noche me desperté recordando este sueño de una manera muy viva. A sabiendas que desaparecería de mi mente en pocos minutos, empecé a escribir rápidamente en mi móvil todo aquello que había soñado (utilicé una aplicación que se llama iWriter y que es fantástica para simplemente escribir sin preocuparse de ninguna opción más)

Con el tiempo he aprendido que los sueños son fugaces y a medida que la conciencia despierta el recuerdo de ese sueño se desvanece sin remedio. A base de práctica me he dado cuenta que en los primeros momentos de la conciencia uno se puede agarrar a los detalles que tiene más vivos para ir desgranando el resto de la trama que casi por arte de magia aparece conectado al recuerdo vivo, casi con asombro uno se va diciendo a si mismo. ¡Ah! ¡Es cierto he soñado esto, esto y esto!

Sin embargo la conciencia intenta dotar de sentido al sueño, ordenarlo y en cierta manera aplicar una lógica comprensible. No obstante al escribir directamente al despertarse sobresaltado sin dar tiempo a que la conciencia tome lugar se posee cierto tiempo (escasos minutos) en que esa lógica racional no parece imperar. Por esa razón en este texto no he aplicado cambios de estilo a posteriori, más allá de las correcciones ortográficas y errores tipográficos de escribir en un móvil medio dormido y a oscuras. 

Tengo la certeza que en ese mundo onírico se mezclan ideas, sentimientos, recuerdos, miedos, información, etc.

Conozco la versión científica de los sueños y su funcionalidad de clasificación y procesado de la información dentro del cerebro. Aunque a mi modo de entender, o mejor dicho, de sentir, en el proceso del sueño se construyen y destruyen conceptos que han sido adquiridos racionalmente, conscientemente e inconscientemente, al mismo tiempo que también se añaden los sentimientos, miedos, dudas del propio ser; incluyendo los conceptos y sentimientos nuevos que se generan en el propio sueño.

Es decir, el propio sueño basado en toda esta información y sentimientos puede generar nuevos conceptos y sentimientos distintos a los previamente experimentados.

Analizando mi sueño y mis sensaciones en él veo claramente ciertas influencias de mis experiencias, miedos y sentimientos.

El protagonista, yo, aunque en el sueño se alterna la primera y la tercera persona, cree que tiene una lesión cerebral o que de algún modo alguna cosa en su procedimiento mental no funciona correctamente. La sensación era de completa angustia y se evidencia uno de mis grandes miedos, especialmente después de la lesión de mi madre. Perder el juicio, el dominio de la mente, volverme loco siempre me ha generado un miedo atroz, más allá del dolor físico o incluso el no poder moverme.

Gran parte de las imágenes encajarían en gran medida en las que mi mente y mi recuerdo tiene de la Guttmann o de los hospitales en que estuvo ingresada mi madre. La terapia ocupacional, un término que antes del suceso de mi madre desconocía por completo.

La inteligencia y la lógica con la que siempre intento afrontar las situaciones. La elección entre dos opciones, el camino correcto, la verdad, frente a la incapacidad de acceder a ellas por tener precisamente limitada la única herramienta que te permite acceder a ellas, la razón, la mente.

La estética del sueño seguramente es fruto de mi bagaje cultural y en gran parte cinematográfico. El ratón humanizado que podría ser resultado de las imágenes de Señor de los anillos o Harry Potter. La visualización del internado o el manicomio con esbozos de Alguien voló sobre el nido del Cuco o de 12 Monos. Las iglesias y las bóvedas de cristal que las he absorbido de mi último viaje a Paris dónde sin duda me pasé rato mirando y analizando las cúpulas del Petit Palais, etc.

El victimismo y el egocentrismo están claramente presentes junto con el romanticismo más dramático, también fruto de mi visión heroica de la vida. Algo le pasa al protagonista y seguramente es culpa suya, quizás un accidente de tráfico en la que ella murió, o simplemente tuvo una lesión cerebral y fue abandonado. Hay un extraño sentimiento de amor olvidado ya que él es incapaz de superar la pérdida de la persona que ama, el hecho de no recordar es lo único que le permite vivir, o más bien, vagar y sobrevivir.

Sin duda la parte final de la historia la conciencia empieza a tener más fuerza por eso el personaje empieza trazar una solución para entender que pasa o construir un pasado plausible para justificar esos hechos, mientras que en el inicio del texto la mente esta más libre y fluye la fantasía y los sentimientos.

El tema de los patines no deja de ser un recurso lógico a lo que he siempre experimento a menudo en los sueños, especialmente en la infancia. Esa sensación de deslizamiento a voluntad pero sin mover los pies en que solo inclinándome podía dirigirme donde quisiera y normalmente a mayor velocidad. Seguramente la parte racional necesitaba poner unos patines en el personaje que persigue en su campo de visión, aunque yo como personaje también me deslizaba detrás suyo.

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